Por Tomás Lukin
El próximo lunes Argentina lanzará por primera vez en su historia un cohete de dos etapas. La experiencia piloto que conduce el Ministerio de Defensa implicará un salto cualitativo y cuantitativo en materia de investigación y desarrollo en vectores, como se denomina técnicamente a los cohetes. En el mediano plazo, el programa pretende alcanzar la capacidad para poner satélites en órbita. Por eso, el objetivo del proyecto excede el inminente lanzamiento y apunta a desarrollar de forma endógena las capacidades tecnológicas, infraestructura y la formación de expertos nacionales en un área donde ni siquiera existe la posibilidad de transferencia de conocimiento desde los países centrales. En la actualidad, sólo Estados Unidos, Francia, Rusia, China y Corea pueden hacerlo. Un lanzamiento desde la NASA o CNES, la agencia espacial francesa, puede llegar a costar más de 80 millones de dólares. El cohete Gradicom II, con sus dos motores que se encienden en distintas etapas del vuelo, romperá la velocidad del sonido que le permitirá lograr una altura de 90 kilómetros y caer a una distancia de entre 90 y 120 kilómetros de la base. El lanzamiento se hará desde el Centro de Ensayo y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados en Chemical, La Rioja, una base militar inagurada en 1946 por Juan Domingo Perón que se encontraba semiabandonada. Si las condiciones meteorológicas lo permiten y la experiencia es exitosa, el mismo lunes por la noche el video del lanzamiento será exhibido por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner durante la Cena de Camaradería de las Fuerzas Armadas en el Edificio Libertador.
Se trata del segundo cohete que disparará el país después de más de 25 años de abandono de la actividad de I+D (investigación y desarrollo) en la materia. El punto de partida se registró en 2009, con la experiencia del Gradicom PCX, un cohete de corto alcance con un solo motor. El paso siguiente será convertir el cohete en misil para que pueda modificar su trayectoria en medio del vuelo. La iniciativa está encabezada por el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef). El combustible, el chasis junto con la electrónica y telemetría del cohete fueron producidos en el país por científicos e ingenieros argentinos. El lanzamiento permitirá probar la separación de etapas así como distintos aspectos aerodinámicos y procesos químicos del cohete.
El proyecto que será testeado el próximo lunes rechaza la teoría económica que conduce a los países como Argentina a especializarse en las actividades donde son más competitivos por naturaleza como política de desarrollo. En cambio, como sostiene el economista coreano Ha-Joon Chang, la iniciativa parte de la idea de que las ventajas se crean. El profesor de la Universidad de Cambridge recurre al caso de Nokia. La compañía finlandesa comenzó como un conglomerado maderero y en 1960 abrió una división electrónica que dio ganancias por primera vez en 1977, hoy es una de las productoras de teléfonos celulares más importantes del mundo. A su vez, Chang enfatiza el rol de un Estado activo y las regulaciones para asegurar el éxito de esas estrategias de desarrollo. En la cartera de Defensa no pretenden comparar la iniciativa del Gradicom con el caso de Nokia, pero consideran que el desarrollo forma parte de un proceso necesario si Argentina pretenden en el mediano plazo continuar con su programa aeroespacial y desarrollar la capacidad para poner sus propios satélites en órbita. Por eso, advierten que se trata de una experiencia piloto donde pueden surgir errores vinculados con el lanzamiento o la separación de las etapas del cohete. No obstante, enfatizan que en los últimos años el país reactivó el diseño, la producción y operación de satélites propios que fueron lanzados desde Francia y Estados Unidos. El gasto nacional en I+D llegó hasta 0,52 por ciento en 2008. Se trata de una cifra creciente pero baja en comparación con Estados Unidos, Europa e incluso Brasil, donde asciende al 1,1 por ciento.
Fuente: Pagina/12
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