El Golpe Militar que destruyó la Industria Nacional

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jueves, 6 de agosto de 2015

1942, Japón promete tomar Malvinas y restituirlas a Argentina.

Sobre el deseo de Argentina de recuperar las islas Malvinas, el embajador japonés en Buenos Aires había prometido: “Que Japón se encargaría de que las islas fueran devueltas a Argentina” de acuerdo a los documentos del archivo de Esmond Ovey, el embajador británico escribe un telegrama en los siguientes intercambios. En uno fechado el 26 de diciembre, el Almirantazgo había enviado un mensaje codificado al comandante en jefe de las fuerzas británicas en el Atlántico Sur advirtiendo que: "Los japoneses han advertido que dentro de poco van a enviar un convoy a la Argentina y que van a capturar las Islas Malvinas como un regalo para los argentinos ".
Documentos en poder de los Archivos Nacionales, citados por Kyodo News, indican que Churchill se dio cuenta de la importancia estratégica de las islas para el esfuerzo de guerra de Gran Bretaña, después de ataque de Japón a las fuerzas estadounidenses en Pearl Harbor el 8 de diciembre 1941. Winston Churchill envió 1.700 tropas a las Malvinas en 1942 por temor a que los japoneses estuvieran planeando la invasión al territorio e interfirieran las críticas rutas marítimas en el Atlántico Sur.
En un mensaje enviado a altos oficiales de defensa en Londres el 1 de abril de 1942, (exactamente 40 años de la recuperación) Churchill dijo: "perder las Islas Malvinas con los japoneses podría ser una cosa muy seria, como consuelo podríamos decir que hará más daño a Estados Unidos que a nosotros mismos. Las Islas Malvinas son muy conocidos y su pérdida sería un impacto para todo el Imperio ", escribió. "Ellas sin duda tendrán que ser retomadas."
Las Fuerzas de Defensa de las Islas Malvinas, realizaron posiciones de tiro de artillería y puestos de señalización alrededor de Stanley, tan pronto como fue recibida la declaración de guerra, el 3 de septiembre de 1939. Se realizaron patrullas en el campo y estaciones costeras alrededor de las islas para prevenir la aproximación de buques enemigos o desembarco de fuerzas enemigas. Los isleños malvinenses experimentaron las mismas privaciones y restricciones de tiempo de guerra que la población británica incluyendo apagones, restricciones de viajes y racionamiento.
En diciembre de 1939, en las proximidades de la Batalla del Río de la Plata, el crucero pesado HMS Cumberland, el cual se había posicionado en las Islas Malvinas en el momento de la batalla, rápidamente fue a unirse al Ajax y el Achilles al momento de la Batalla del Rio de la Plata atrapando al Graff Spee. Convencido por la propaganda británica y la falsa inteligencia de que una fuerza naval los esperaba y con pocas municiones, Lagsdoft comandante del Graff Spee prefirió hundir su nave antes que enfrentarse a la Royal Navy. (es lo que dice, no lo comparto)
La Operación Tabarin, una expedición a la Antártida fue montada durante la guerra. El propósito de la expedición fue asentar los reclamos británicos sobre el continente, así como recolectar datos científicos. La Operación Tabarín luego fue reemplazada por la Falkland Islands Dependencies Survey (FIDS), la fue luego renombrada British Antarctic Survey (BAS).
En 1942 en respuesta a la entrada de Japón en la guerra, fuerzas adicionales fueron enviadas a las islas para incrementar su defensa contra una invasión. 
El mayor contingente de esa fuerza adicional fue un batallón del West Yorkshire Regiment. En 1944 como resultado de la reducción de la amenaza de invasión por parte de Japón el West Yorks fue reemplazado por un mas pequeño contingente de Royal Scots.
Durante toda la guerra 150 Falkland Islanders de una población de sólo 2.300 fueron voluntarios para las fuerzas armadas británicas - 6,5% de toda la población - 24 de los cuales no regresaron. 
En julio de 1944,a todos los voluntarios se les dio el derecho de ser identificados con distintivo en el hombro de "Falkland Islands”. Además por esta contribuciones al esfuerzo de guerra británico, a las Islas Malvinas también donó cinco Supermarine Spitfires de la Real Fuerza Aérea británica.
Traducción hecha para AA.net by BND

viernes, 13 de septiembre de 2013

Ciberdefensa Argentino-Brasilera

El ministro de Defensa Agustín Rossi y su par brasileño Celso Amorim suscribieron una declaración de trabajo conjunto y coincidieron en destacar a la "complementación en ciberdefensa" como uno de los puntos principales de la agenda bilateral en la materia.
Durante el acto realizado en el Edificio Libertador y donde Amorim recibió la condecoración Mariano Moreno, los ministros se refirieron a los episodios de ciberespionaje "que tuvieron epicentro en Brasil y que repercutieron en toda la región". "Hemos establecido que antes de fin de año, haremos una reunión en Brasilia para intensificar nuestra complementación en materia de ciberdefensa. Este sistema de espionaje que ha existido merece, además de los esfuerzos individuales que hacen cada uno de nuestros países, una complementación que permita disminuir las situaciones de vulnerabilidad", sostuvo Rossi.
Por su parte, el ex canciller de la gestión Lula Da Silva, sostuvo que los primeros pasos son los de "conocer lo que uno y el otro hacen". "Ahora hay una invitación para que una misión argentina vaya a Brasil y eso va a generar el desarrollo de proyectos conjuntos" dijo Amorím, para destacar que ambos países tienen potencialmente "una gran capacidad de producción de software" para esa materia.
Por otra parte, los ministros destacaron otras áreas de cooperación, entre ellas las que incluyen desarrollos industriales de Defensa.
"Vamos a seguir desarrollando los proyectos industriales que tenemos en conjunto, el avión de entrenamiento UNASUR 1 y el avión de carga que se está desarrollando en Brasil", explicó Rossi, quien adelantó que se analizará la capacidad de los astilleros argentinos para "reparar o intervenir sobre embarcaciones brasileñas". Asimismo, sostuvo que Argentina "ya manifestó su interés en el vehículo blindado `Guaraní`" y que se intensificará "el intercambio entre oficiales" de las Fuerzas Armadas de ambos países. Por último, Rossi agradeció "el acompañamiento de Brasil en cada uno de los foros" por la `Cuestión Malvinas` y dijo que ambas naciones tienen una "mirada convergente" sobre la central importancia de la cuestión ambiental para el futuro regional.
Fuente: Télam

jueves, 18 de octubre de 2012

Acto de entrega de la bandera del Operativo Cóndor en Itatí - Corrientes

Palabras de la presidenta de la Nación Argentina CFK, en el Acto de entrega de la Bandera Argentina que flameó en las Islas Malvinas, durante el "OPERATIVO CONDOR" en 1966.
Gracias, señor Gobernador de la provincia de Corrientes; Intendente de esta maravillosa Itatí; Intendente de Corrientes, Espínola, Camau; Gobernadores de las hermanas provincias de Misiones, de Entre Ríos; del Chaco, de Santiago del Estero y de Formosa, argentinos y argentinas que hoy nos hemos convocado frente al Santuario de la Virgen de Itatí: quiero decirles que he venido a cumplir una promesa – como recién decía el Arzobispo – no he venido como Presidenta, he venido como peregrina a cumplir una promesa que le hice a una mujer que hace cuarenta y seis años, poco más de cuarenta y seis años, el 28 de septiembre de 1966, junto a su compañero Dardo Cabo y a otros compañeros, fueron 18 los peronistas, que en aquel momento de dictadura, una de las tantas que asolaron nuestra Patria, decidieron en un acto de patriotismo y de reconocimiento nacional, fueron allá a nuestras Malvinas a plantar la enseña nacional como símbolo de soberanía y compromiso de una juventud con la historia de su Patria y la de su pueblo
Hace pocos meses atrás, vino a entregarme las siete banderas, una de ellas – la más polvorienta – la que más tierra de Malvinas tenía, la que más había, según ella, flameado en el mástil antes de que la bajarán los usurpadores, esa – me dijo – tiene que estar en el Sur, junto a tu compañero – y allí está en el Sur, junto a él. La otra – me pidió y me hizo prometer – que la iba a traer aquí para consagrarla a la Virgen de Itatí. Porque ellos, sobre todo su esposo, que era un gran militante peronista y católico, habían hecho un retiro espiritual, antes de comenzar la misión y se había encomendado precisamente a la Virgen de Itatí para que los protegiera. Y ella con su manto y su bondad los protegió. Por eso querían que una de esas banderas descansara para siempre aquí como un símbolo junto a la Patrona de Itatí. Y acá estamos cumpliendo la promesa. 
Me contaron que Eva, nuestra Evita, era muy devota de la Virgen de Itatí y que el primer Presidente que visitó este Santuario fue Perón, junto a ella un 27 de octubre de 1947. Y yo quiero, aquí, frente a la Virgen de Itatí, frente a todos ustedes pedirle a todos los argentinos, a los 40 millones de argentinos que es necesario, hoy más que nunca, en un mundo difícil y complejo, donde quieren una vez más clavarnos las garras desde afuera, como en tantas otros oportunidades con la complicidad de algunos desde adentro, quiero pedirles a los 40 millones de argentinos que estemos unidos porque la unidad nacional es el presupuesto básico para seguir creciendo. Hemos protagonizado, durante esta década, el crecimiento económico, social y cultural más virtuoso de nuestros 200 años de historia. Por eso reivindicamos con uñas y dientes este proyecto de inclusión social nacional, popular y democrático, profundamente democrático.
Finalmente quiero pedirle a la Virgen que derrame amor y bendiciones sobres los 40 millones de argentinos, que la Virgen guarde a los que hace 46 años fueron a Malvinas, que la Virgen proteja y guarde a los que descansan eternamente en Malvinas y que la Virgen proteja a nuestra Patria para siempre, para que flameen sus banderas, para que el pueblo sea feliz y la Patria grande.

 Fuente: Casa Rosada. Presidencia de la Nación (Discurso acotado)

martes, 25 de septiembre de 2012

CFK en la Asamblea General de la ONU 2012

Argentina representará a América Latina y el Caribe en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como miembro no permanente del Consejo de Seguridad para el período 2013-2014. El país recibió hoy el apoyo "unánime" de todos los Estados del continente. En el Consejo de Seguridad participan de manera permanente Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia. Entre los miembros no permentenes, actualmente ocupan bancas Alemania, Azerbaiyán, Colombia, Guatemala, India, Marruecos, Pakistán, Portugal, Sudáfrica y Togo."Todos los miembros de las Naciones Unidas pueden confiar que la defensa de la paz, la seguridad, la soberanía y el fin del colonialismo contarán con un país, Argentina, que será un defensor incansable de los valores fundantes de la organización multilateral", CFK.

Fuente: La Nación

jueves, 26 de julio de 2012

El Reino Unido lanza misiles en Malvinas

El lanzamiento de misiles por parte del Reino Unido desde las islas Malvinas es contrario a las resoluciones de la ONU y a la voluntad de los países de América Latina, afirmó el Gobierno argentino.

Fuente: RT

martes, 12 de junio de 2012

CFK lleva reclamo por Malvinas ante la ONU

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ratificará en Nueva York el reclamo argentino de soberanía sobre las Islas Malvinas ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.
Contará con el apoyo de países como: Chile, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba.
Fuente:  teleSUR

miércoles, 6 de junio de 2012

Inauguración del Centro Educativo de las Fuerzas Armadas


La Jefa de Estado,CFK, a través del sistema de videoconferencia, dio por inaugurado el Centro Educativo de las Fuerzas Armadas, una institución que funcionará en total consonancia con el proceso de reforma en el ámbito de la Defensa y la Seguridad Internacional, y que tendrá como premisa el trabajo de formación conjunta de las tres fuerzas.
Fuente: Casa Rosada

sábado, 26 de mayo de 2012

Ilhas Malvinas: Ponte aérea montada por URSS

Ponte aérea montada por URSS e Cuba, com auxílio de Khadafi, teve dois voos diários
As nuvens prenunciavam chuva forte em Brasília na noite da sexta-feira 9 de abril de 1982. O chanceler Ramiro Saraiva Guerreiro assistia ao "Jornal Nacional", quando recebeu um telefonema do brigadeiro Saulo de Mattos Macedo, chefe do Comando Aéreo Regional: um avião cubano invadira o espaço aéreo brasileiro.
No mundo da Guerra Fria, Brasil e Cuba não mantinham relações diplomáticas. Por esse motivo, pela manhã, o Itamaraty negara permissão a um voo da Cubana de Aviación rumo a Buenos Aires. Às 20h40m, o chanceler telefonou para o presidente da República, general João Figueiredo. Minutos depois, dois caças decolaram da base de Anápolis — com alguma dificuldade porque a iluminação da pista fora afetada por raios — em direção ao ponto indicado pelos radares, 300 quilômetros a oeste de Brasília.
Seguiu-se um tenso balé noturno a oito mil metros de altitude. Durou tensos 82 minutos. Só acabou quando os pilotos brasileiros anunciaram a decisão de atirar.
O jato russo Ilyushin II 62-M, matrícula CUT-1225, aterrissou em Brasília às 22h12m. Impressionou agentes da Aeronáutica por um detalhe: tinha capacidade para decolar com 165 toneladas de peso e 180 passageiros, mas na cabine estavam apenas três pessoas — o diplomata cubano Emilio Aragonés Navarro, mulher e neto. Só puderam seguir viagem depois de seis horas de negociações entre os governos do Brasil e da Argentina. Nada se sabe sobre a carga.
Navarro chegou a Buenos Aires por volta das 7h de sábado, 10 de abril, com uma mensagem do líder cubano Fidel Castro para o presidente argentino, general Leopoldo Galtieri: oferta de armas e tecnologia de informações, sob patrocínio da União Soviética, para o conflito com o Reino Unido.
Começava uma operação de suprimento clandestino de armas para a Argentina, montada pela URSS, negociada por Cuba, e com participação do Brasil, Peru, Líbia e Angola.
Foi um episódio singular na lógica da Guerra Fria. Os russos mobilizaram Fidel para socorrer uma ditadura militar ferozmente anticomunista, que confrontava o principal aliado dos Estados Unidos na Organização do Tratado do Atlântico Norte (Otan) — o sistema de defesa criado para conter uma eventual invasão soviética na Europa.
Uma semana antes, na madrugada de 2 de abril, os militares argentinos haviam desafiado o Reino Unido invadindo o arquipélago Malvinas, a 500 quilômetros da costa. Pressupondo o apoio dos EUA, Galtieri contara ao embaixador norte-americano, Harry Schlaudemann, sua pretensão de ficar no poder por mais cinco anos, no mínimo. Só não calculara a reação determinada da primeira-ministra Margareth Tatcher — "o homem forte do Reino Unido" aos olhos do presidente Ronald Reagan.
Tatcher recebera em Londres o secretário de Estado dos EUA, Alexander Haig, na noite anterior à interceptação do avião cubano em Brasília. "A menos que impeçamos os argentinos de ter êxito, todos somos vulneráveis", ela comentou, conforme registros oficiais. Haig confortou-a: "Estou seguro de que a senhora sabe que não somos imparciais".
Ela despachara uma frota para as Malvinas, a 13 mil quilômetros de distância. Na conversa, agradeceu o suporte norte-americano, a partir da base da Ilha de Ascensão. Instaladas a 2,7 mil quilômetros da costa brasileira, na altura de Pernambuco, as antenas ali plantadas são os "ouvidos eletrônicos" de Washington no Atlântico Sul.
Antes de se despedir de Haig, Tatcher o conduziu a uma sala da residência oficial. E "deliberadamente" mostrou-lhe retratos de heróis britânicos das guerras napoleônicas, o almirante Horatio Nelson e o general Duque de Wellington — descreveu Haig, impressionado, em telegrama enviado à Casa Branca durante o voo de Londres para Buenos Aires.
Haig fez uma escala em Recife para reabastecer seu avião. Encontrou-se com o então governador de Pernambuco, Marco Maciel, a quem contou que aconselharia aos argentinos negociar, pois seriam vencidos por Tatcher com a ajuda dos EUA.
No dia seguinte reuniu-se com Galtieri. Ouviu do general, que já conversara com o emissário de Fidel, menção às "ofertas de ajuda militar de países não-ocidentais".
A União Soviética redicionara parte dos seus satélites Cosmos para vigilância no Atlântico Sul, onde também mantinha 25 barcos "pesqueiros". A CIA considerava "inusual" esse nível de cobertura soviética na região, mas arriscou um palpite em telegrama a Haig na manhã daquele 9 de abril: "A atividade militar soviética provavelmente ficará restrita aos dados de localização (da frota britânica)".
A Argentina enfrentava um bloqueio financeiro, comercial e militar europeu. Não tinha dinheiro, apenas US$ 400 milhões em reservas. Também não tinha as armas necessárias. Pagara à França por 14 caças Boeing 707 da Aerolíneas Argentinas  e recebera apenas cinco, com cinco modernos mísseis Exocet. Sem informação de satélites, não poderia localizar navios inimigos — submarinos, nem pensar.
Os britânicos, ao contrário, já recebiam do Pentágono os códigos militares argentinos, imagens diárias e detalhadas das bases e do movimento em Port Stanley (agora Puerto Argentino, capital das Malvinas). Mandaram dois submarinos nucleares para a região, inspirando medo no chefe da Armada, almirante Jorge Anaya, o mais radical da Junta Militar. Desde 1978, Anaya carregava um manuscrito com seu próprio plano para invasão das Malvinas. Na hora da batalha, recolheu a frota aos portos do sul. E não a deixou navegar até o fim da guerra.
Quando Haig voltou a Londres, um Boeing 707 da Aerolíneas Argentinas aterrissou no Rio. Vinha de Tel Aviv, Israel, com destino à base de El Palomar, na periferia de Buenos Aires. Foi conduzido para reabastecimento ao lado de aeronaves civis no aeroporto do Galeão, apesar do porão estar lotado com uma carga de bombas e minas terrestres.
"Gradualmente" — registrou o Conselho de Segurança Nacional em memorando ao presidente Figueiredo—-, a Argentina estreitava "seus contatos com o Brasil, em graus diversos de formalidade". E requeria "cooperação em termos mais concretos".
Brasília começou a receber lista de pedidos: créditos e facilidades para operações triangulares de comércio com a Europa; aviões para entrega imediata; bombas incendiárias e munição para fuzis; sistemas de radar e querosene de aviação, entre outras coisas.
O Itamaraty recomendava "tratamento favorável" a quase tudo, enquanto a tensão aumentava no ritmo da marcha da frota britânica pelo Atlântico Sul.

Fuente: OGlobo.com

lunes, 7 de mayo de 2012

Entrevista al Coronel (R) Horacio Ballester

Adhirió al peronismo, enfrentó a las dictaduras y fue echado del ejército a comienzos de los setenta. Sus testimonios denunciando el genocidio fueron claves en distintas causas, entre ellas la del Plan Sistemático de robo de bebés.
Por: 
Por fin un gobierno se ubica en el buen camino para la recuperación de las islas –afirma–, después de tantos años de errores, barbaridades y políticas equivocadas.” Y agrega: “La historia demuestra, y lo ha demostrado siempre, que los ingleses nunca se fueron por propia voluntad de ningún lugar donde ubicaron colonias. En algunos casos les resultaba muy caro quedarse, y en otros no podían controlar las rebeliones locales. Puedo mencionar ejemplos como Irlanda, India, Kenya o Sudáfrica. Por eso es tan importante el trabajo diplomático, y fue un desastre en todo sentido la ocupación armada. En principio, hay que aclarar que Estados Unidos siempre estuvo en contra de nuestro país. Cuando se instaló la primera colonia argentina en 1831 al mando del gobernador Luis Vernet, que puso orden con los pescadores que hacían caza depredatoria de focas y lobos marinos, los norteamericanos mandaron la fragata Lexington y destruyó a los colonos. Pero el puñado de argentinos se reinstaló, hasta 1833, que es cuando arranca la ‘epidemia de rendición’, y el teniente coronel de Marina Pinedo entrega definitivamente el control del archipiélago, ya con Gran Bretaña en el lugar.
Después de eso, la rebelión del gaucho Rivero volvió bastante locos a los ingleses, hasta que lo tomaron prisionero y lo llevaron a Europa. Fíjese un detalle: la propia justicia inglesa no lo condenó, porque sostuvo que los delitos no habían sido cometidos en territorio de soberanía británica.
Ballester conoce profundamente el tema Malvinas, y fue uno de los primeros que, desde el paño militar, denunció la manera en que la dictadura manejó el conflicto. “Le cuento algo de lo que me enteré por esas casualidades de la vida: el doctor Marcelo Vernet, abogado y tataranieto de Luis, es sobrino segundo mío, su madre era mi prima hermana. El Vernet actual se presentó en Naciones Unidas llevado por cancillería, y demostró que en aquella época vivía una población estable de aproximadamente 200 personas en Malvinas, expulsada por los ingleses. Su tatarabuelo era francés protestante, y por la persecución religiosa escapó a Alemania en el siglo XVII. En Hamburgo instaló una curtiembre, y en un viaje hacia aquí, para buscar cueros, decidió quedarse. De esa época existe un dato que increíblemente no tuvo difusión.” 
 –¿Cuál?
–Luis Vernet se presentó en aquellos años ante el cónsul inglés en Buenos Aires, y le mostró una copia del decreto de Martín Rodríguez que marcaba su designación como autoridad en las islas. El cónsul no sólo no tuvo objeciones, sino que además reconoció que esa designación corría también para los súbditos ingleses. –¿Cómo siguieron las relaciones entre las islas y el continente? 
–En los siglos XVIII, XIX y mediados del XX, se puede decir que fueron bastante cordiales. Los malvinenses viajaban a la Patagonia, e incluso las primeras ovejas criadas en el archipiélago provenían de allí. Pensemos que hasta mediados del siglo XX, la vida de los isleños era muy rudimentaria, no tenían ciudadanía inglesa –se la dieron después de la guerra–, la libra esterlina no circulaba –manejaban una libra malvinense–, y los artículos de primera necesidad eran traídos cada dos meses con un barquito llamado Darwin, desde Montevideo. Pero cuando termina la Segunda Guerra Mundial y empiezan las rebeliones de los imperios, la cosa cambia. 
–El momento en que interviene Naciones Unidas.
–Sí, con el Comité de Descolonización. Naciones Unidas establece que no pueden ser consideradas naciones independientes las que surjan producto del cercenamiento de un país, o como resultado del desplazamiento por la fuerza de una población por ataque de otro origen. Los casos típicos de Malvinas y Gibraltar. En los años setenta Inglaterra hizo un guiño a la Argentina, y le dijo algo así como: “Convenzan a esos indios blancos que tenemos allá (en referencia a los pobladores) para que acepten su soberanía, y nosotros la cedemos.” Pero en lugar de eso, los argentinos salieron como tarados a darles a los isleños todo tipo de beneficios: una sucursal de LADE, servicio de Aerolíneas, una pista de aterrizaje, becas en escuelas. En parte, estos fueron pretextos que usó la dictadura para justificar la invasión.
Además, el gobierno militar tenía la promesa de Estados Unidos de que ayudaría, como forma de pago por el trabajo sucio de nuestros oficiales en inteligencia en Centroamérica, organizando la contra nicaragüense y la represión en Honduras. Pero ojo, los yanquis no estaban de acuerdo con la ocupación por la fuerza, sino que supuestamente prometían apoyo en los reclamos. La prueba está en que (los norteamericanos) se inclinaron por la NATO, y violaron el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que ordenaba a una nación americana defender a otra si se producía un conflicto con un país de otro continente
–¿La jugada de Leopoldo Galtieri se basó en eso?
Galtieri se creía que era un general majestuoso, porque alguien le dijo alguna vez que se parecía a George Patton, el famoso norteamericano. Y ni siquiera le llegaba a los pies al que hizo de Patton en la película. Efectivamente, confiaron en que Estados Unidos avalaría la acción, y se largaron a la guerra convencidos de que no iba a haber guerra. Y entonces cometen horrores en la conducción militar. Esto mismo lo dije en una conferencia en Salta en 1983, y me costó varios días de arresto ordenados por Cristino Nicolaides. Encima, después de la ocupación, los militares se encuentran con un gran apoyo popular, y Galtieri se enloquece, creyéndose el dueño de la situación. 
–¿Cuáles fueron esos horrores? 
–Empecemos por el momento y las condiciones de la invasión. 
1) Primer error tremendo: la época del desembarco. No había radares, al enemigo se lo podía ver nada más que con los ojos. Invaden cuando el sol sale tarde y se pone temprano, y durante una época en que el resto del día es terrible, frío, nublado, lluvioso, y con barro permanente. En invierno todo el tiempo uno está pisando barro, y conozco del tema porque estuve varios meses en Río Gallegos. De noche todo se congela, y a la mañana eso se derrite, pero como hay poca luz solar, el tiempo no alcanza a secar el suelo, y la oscuridad provoca que la superficie se congele de nuevo. 
2) Mandaron tropas sin instrucción, sin equipo, y no cumplieron con el reglamento acerca del teatro de operaciones. 
3) Nombraron al general Luciano Menéndez como gobernador militar, un invento de Galtieri, y el resto de los comandantes designados ni siquiera pisaron las islas. 
4) Tampoco hicieron previamente un censo de la población. Los ingleses lo volvieron loco a Romell en el norte de África, infiltrándole comandos en su retaguardia. Acá, eso fue facilísimo: los kelpers se disfrazaban de peones de estancia, observaban a las tropas argentinas, y pasaban datos permanentemente. 
5) A eso súmele los satélites norteamericanos y los radares chilenos, que bajo las órdenes de Augusto Pinochet le avisaban a Gran Bretaña cada salida de aviones argentinos desde Río Gallegos y Río Grande. 
6) Sigo: más de la mitad de los proyectiles no explotaron. Los de mayor valor, comprados en el extranjero, eran de mala calidad. Hubo barcos ingleses cruzados de lado a lado por torpedos, con agujeros de entrada y de salida, pero que no provocaron explosión. 
7) Para colmo, mandaron a sus “grandes héroes”, como Alfredo Astiz, que lo único que hizo fue rendirse. Porque una cosa es torturar a una persona atada al elástico de una cama de hierro, y otra pelear contra un enemigo que también tiene armas
–Se dice recurrentemente que la derrota en Malvinas aceleró la caída de la dictadura. Usted no está de acuerdo con eso, ¿por qué?
 –Porque ya el 30 de marzo, en aquella manifestación donde hubo una represión tremenda, la dictadura demostró que no podía estar más en el poder. Y eso se debió a la resistencia de la población, después de tantos años de desapariciones, secuestros y ahogo económico. Esa marcha, de la que me fui con la boca hinchada de tantos gases lacrimógenos, fue la más importante, pero no la primera. Para mí, Galtieri contribuyó a que Estados Unidos dejara de apoyar golpes militares.
Se dieron cuenta de que los dictadores no convienen, porque cuando mueren o los echan, la sucesión se les hace ingobernable. A los norteamericanos les pasó con Reza Pahlavi en Irán. A Estados Unidos le conviene controlar todo con lo que yo llamo “democracias de baja intensidad”
–¿Qué características tienen? 
–Es un juego de palabras con el concepto de guerra de baja intensidad: democracias donde más o menos se respetan los derechos individuales, aunque no demasiado. Pero en donde no existen los verdaderos derechos sociales, como el trabajo, el acceso a la atención sanitaria, a una vejez digna. Elecciones periódicas cuando corresponde, cuando es políticamente correcto, para dejar contenta a la gente. Ellos hablan de defender la democracia representativa, pero nunca hablan de democracia participativa, donde el pueblo marque sus decisiones. La democracia representativa estaba bien antes, fue inventada en el siglo XVIII, y su apogeo ocurrió en el XIX, cuando la comunicación más rápida era un caballo al galope. Era lógico. Imagínese en el marco de nuestra Constitución de 1853, si ante cada decisión, el representante de Salta o Jujuy tenía que hacer un plebiscito o un referéndum antes de cada medida. Pero ahora, con el tremendo desarrollo de las comunicaciones, no se justifica que sigamos con el caballo al galope. Lo que pasa es que la democracia representativa la pueden manejar muy fácil. Y se arregla de manera simple, por ejemplo con una tarjeta Banelco, como en los años de Fernando De la Rúa. 
–¿Qué pensó cuando surgió por primera vez el Informe Rattenbach?
 –Fue otra demostración de la pésima actuación de los superiores. Contribuimos mucho a que no lo taparan, pero sabíamos que lo iban a hacer, y por eso tratamos de difundirlo. Recuerdo que logramos apropiarnos de un ejemplar, pero la dictadura secuestró todos los originales, incluso el que tenía cada integrante de la Comisión. Rattenbach declaró en un juicio contra Galtieri y el tema podría haberse profundizado, pero el teniente general no tuvo mejor idea que morirse (sonríe). También es verdad que algunos párrafos desaparecieron, por ejemplo referidos a Astiz, en los que la Marina intentó suavizar un poco su actuación. Hizo una especie de Consejo de Guerra con sus subalternos, y luego decide rendirse. Pero bueno, todos sabemos que Astiz es un miserable, así que un poco más, un poco menos, el concepto es el mismo. 
–Usted dijo alguna vez que Frondizi, Arturo Illia e incluso el último peronismo cometieron los mismos errores: mantener las cúpulas militares que los habían precedido. ¿Es lo que influyó en la tradición de golpes de Estado a partir de la década de 1930? 
–Por supuesto. Las Fuerzas Armadas tuvieron tanto peso porque los gobiernos se entregaban, y a los que pensaban diferente, los echaban, como mi caso. Hay ejemplos de gente a la que le fue mucho peor. Al mayor Bernardo Alberte lo tiraron por una ventana desde un sexto piso; el teniente de Marina Jorge Devoto desapareció; Luis Perlinger estuvo casi ocho años preso sin que nadie lo acusara de nada; al general López Miller lo arrestaron; al coronel José Luis García lo mandaron a Comodoro Rivadavia; y todas esas cosas eran toleradas por los gobiernos constitucionales. Cuando subió Raúl Alfonsín, a nosotros nos siguieron metiendo días de arresto con todo entusiasmo.
–Lo que prueba que la denominación de golpe cívico-militar debió tomarse en cuenta desde siempre.
–Sí, y estoy muy de acuerdo con esa manera de llamarlo. Además, le digo una cosa: de todos los elementos que le dieron vida a la Doctrina de Seguridad Nacional, los más importantes fueron firmados por presidentes constitucionales. Durante la creación de la Junta Interamericana de Defensa en 1942, el presidente era Ramón Castillo; el TIAR nace en 1947, con Juan Perón; las reuniones de comandantes en jefe del Ejército arrancaron en 1960 en Panamá, con Frondizi en el Ejecutivo; el Programa de Ayuda Militar yanqui es de 1951, pero recién fue aplicado en 1964, con Illia. Porque aclaremos una cosa: los golpes los hacen los militares, pero no los resuelven los militares. Las FFAA no fueron una guardia pretoriana autónoma, el país estuvo dominado desde tiempos inmemoriales por los factores de poder nacionales, y sobre todo internacionales. En los golpes de Estado, los militares son mascarones de proa de un barco que manejan otros. Prueba de ello es que una vez ejercido el gobierno de facto, esos militares están únicamente en los cargos represivos, son jefes de policía, o ministros del Interior. Pero en las áreas en donde se hipoteca al país por generaciones enteras, en donde se toman disposiciones trascendentes para toda una vida, como la deuda externa, ahí van civiles, y no cualquier civil.
–¿Cuándo se hizo peronista? 
–El día en que lo conocí a Perón personalmente, en 1950. Cuando en 1971 me mandaron un Consejo de Guerra y ordenaron mi baja por estar en contra de la dictadura de Alejandro Lanusse, e incluso me secuestraron en Ezeiza. Yo justamente viajaba para entrevistarme con él en Puerta de Hierro. Con varios efectivos dimos a conocer un proyecto nacional llamado José Hernández, y Perón lo vio. Nos invitó a incorporarnos al peronismo, y le mandamos decir que si habíamos llegado a oficiales superiores en un ejército antiperonista, no nos podíamos presentar como peronistas, pero sí lo aceptábamos a él como jefe de un movimiento nacional y popular. Recuerdo una anécdota muy graciosa con el “Tu” Guevara, un teniente coronel que había sido edecán de Eduardo Lonardi. El Tu, al que llamábamos así para diferenciarlo del Che, era un tipo religioso, muy puro, introvertido, una muy buena persona. Y de repente, se soltó, adhirió al peronismo, y se infló de entusiasmo. Un día, cuando estuvo con el General cara a cara en España, Perón le dijo, a solas: “Pero Guevara, usted se hace peronista cuando yo ya dejé de serlo.” (Se ríe). Tras su llegada en noviembre, Perón me nombró comandante en jefe de las tropas peronistas, por si había operaciones. Una madrugada junto a Juan Manuel Abal Medina, a orillas de los lagos de Palermo, yo mismo le ofrecí al general Pomar, en nombre de Perón, la comandancia en jefe del Ejército. 
–¿Y el avance de la derecha? Usted era muy amigo de Alicia Eguren, la mujer de John William Cooke.
–Sí, e incluso llegué a creer lo mismo que Alicia, cuando nos dijo que más allá de la influencia de José López Rega, Perón se acomodaría, y en un año iría cambiando y se sacaría de encima a esos sectores. Nuestro plan era decirle que no regresara al país en esos momentos, con las condiciones que imponía la Junta. La idea era armarle una zona liberada en Mendoza o en Jujuy, y organizar la gran marcha sobre Buenos Aires. ¿Quién paraba después a la revolución nacional y popular? Pero bueno, la revolución la paró él porque ya no la quería hacer, o a lo mejor quería, pero no le daba el físico. La Triple A fue una verdadera desgracia, y ese plan se completó después con las barbaridades de la dictadura de 1976. 

Las “órdenes” y los crímenes aberrantes:
Hace pocos días, el testimonio de Horacio Ballester en el juicio sobre el Plan Sistemático de robo de bebés puesto en marcha después del golpe de Estado de 1976 fue clave para demostrar, como lo vienen haciendo las Abuelas de Plaza de Mayo, el montaje de un sistema de maternidades clandestinas en distintos centros de detención. Sobre todo a partir de la creación, en el sector de Epidemiología del Hospital Militar de Campo de Mayo, de un lugar de atención especial para detenidas-desaparecidas embarazadas. “Uno no puede obedecer cuando le ordenan llevar a cabo un crimen aberrante”, sostuvo en las audiencias por la masacre de Margarita Belén, que hace poco significaron ocho condenas a cadena perpetua y 12 a 15 y 25 años de prisión a distintos efectivos, por la tortura y ejecución de 22 militantes montoneros por parte del ejército y la policía de Chaco, en diciembre de 1976. Aquella acción, que la dictadura trató de disfrazar de “enfrentamiento”, fue “claramente un genocidio” para el fundador del CEMIDA. Que también aportó información en otras causas vinculadas con los Derechos Humanos, como la del ex Regimiento de Infantería Nº 9 de Corrientes. 

Lo que fue el CEMIDA
“Le voy a decir una cosa que no se sabe, la estamos conversando con algunos compañeros. Pero le pido un favor, no ponga nada hasta que lo confirmemos.” Mientras se armaba esta nota, llegó la confirmación: por medio de una carta abierta, Ballester y el también coronel Augusto Rattenbach acaban de anunciar la disolución del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), porque “estamos muy orgullosos del trabajo que desarrollamos –explica Horacio–, pero entendemos que se cumplió un ciclo, y ya las épocas no son las mismas, por suerte”. “Fíjese cómo ha cambiado todo –agrega–, que aquellas búsquedas relacionadas con la libertad, la memoria y la justicia, que hace tres décadas parecían imposibles, hoy son cosas de todos los días.”
El texto marca que el Centro siempre tuvo “objetivos liminares”, como la subordinación de las Fuerzas Armadas a los gobiernos civiles y democráticos, el juicio y castigo para responsables de violaciones a los Derechos Humanos, y el fin de la influencia estadounidense en la educación y formación de las fuerzas, no sólo en la Argentina sino también en Latinoamérica. Y que “hicimos cuanto nos fue posible con nuestros precarios medios” para que eso se convirtiera en realidad.

Fuente:  Tiempo Argentino

viernes, 4 de mayo de 2012

Suelo...

miércoles, 2 de mayo de 2012

A 30 años del Hundimiento del Gral. Belgrano


Familiares de los caídos y ex tripulantes del General Belgrano recordaron su hundimiento. Fue en un acto frente al monumento de los Caídos en Malvinas en la Plaza San Martín de la CABA, al cumplirse 30 años de su hundimiento y el fallecimiento de 323 tripulantes. El ministro de Defensa calificó de "cobarde" al hundimiento del Belgrano
El gobierno de Thatcher enfrentaba grandes problemas en la opinión popular por lo cual necesitó una guerra para asegurar sus próximas elecciones. La decisión  de hundir el Belgrano e ignorar El Plan de Paz de Perú fue la mejor opción para asegurar la guerra y a su vez asegurar su reelección. En Gran Bretaña el hundimiento aun tiene grandes controversias. Los críticos aseguran que el ataque destruyo las esperanzas de una negociación pacifica.

Fuente: Visión 7

martes, 1 de mayo de 2012

martes, 3 de abril de 2012

Mientras los pibes morían en las Islas Malvinas, el Banco Central salvaba los negocios ingleses.

Por Cynthia Ottaviano y Roberto Caballero.
La desclasificación del Informe Rattenbach es un aporte invaluable al derecho a la información de la sociedad argentina y un riquísimo yacimiento de materiales y documentos sobre el origen y desenlace de la Guerra de Malvinas.
En 1982, las autoridades del Banco Nación operaron secretamente en favor de los ingleses. La batalla perdida del gerente Cabral. La decisión de Economía: en plena guerra, darle dinero de las reservas al banco de un país que mantenía inmovilizados los fondos de la Argentina.

Que Alfredo Astiz se rindió en las Georgias, se sabe. Que el dictador Galtieri ahogaba en whisky sus culpas, también. Sin embargo, cuando se habla de la Guerra de Malvinas, el comportamiento del ala civil y económica de la dictadura genocida bordea el misterio, como si una verdadera zona de exclusión la blindara de los alcances de la investigación histórica. La desclasificación del Informe Rattenbach permite rastrear ahora algunos episodios vergonzosos en los que funcionarios del Banco Nación y del Ministerio de Economía se mostraron más preocupados por defender a los ahorristas ingleses que a las finanzas argentinas, en medio de una situación bélica, es decir, extrema.
Guillermo Cabral, entonces gerente de Cambios del Nación, declaró ante la Comisión Militar que investigaba las razones de la derrota al mando de Benjamín Rattenbach, el 21 de diciembre del ’82: “Lo que voy a decir, puede que guste o no, pero diría que hubo una indiferencia que podría calificarla como colaboración con el enemigo (…). Dentro de este mundo hay mucha gente ligada a intereses totalmente ajenos a la República Argentina. Para administrar una empresa hay que estar identificado con la empresa. El país es una empresa, para administrar al país hay que querer al país. Si yo no quiero a mi empresa, yo no voy a colaborar.”Además de la autopsia a la lógica colaboracionista que animó a sus colegas, Cabral aportó detalles sobre el congelamiento de las cuentas en dólares que las Tres Armas tenían en la sucursal londinense del banco, apenas se desató la guerra: “El capitán de Navío Villegas, de la Comisión Naval, se comunica conmigo, el 31 de marzo, para sacar los fondos que las Fuerzas Armadas, entre ellas la Marina, tenían depositados en el banco. Me dijo que el conflicto era inminente. Calculaba que había alrededor de 120 millones de Marina, 50 de Aeronáutica y 30 de Ejército.” Cabral, mientras tragaba saliva por la noticia que le había dado Villegas, se comunicó con el presidente del Nación, Enrique Ruiz Guiñazú, y después llamó a Ovidio De Andrea, gerente en Londres, para ordenarle que retirara esos fondos “inmediatamente”, antes de que fueran confiscados. Hasta ahí, todo bien. Pero un día más tarde, la cosa empezó a cambiar. Según declaró el gerente de apellido heroico, ante la comisión: “El día primero recibí un llamado telefónico de Raúl Ibarra, subgerente general internacional del banco, que estaba en San Francisco, conjuntamente con el director nuestro, Santiago Giloteaux. Me preguntaron por qué estaba sacando los fondos de Londres. Les dije que la información que yo tenía era que era inminente el conflicto con Gran Bretaña.” Y tanto el director del Banco Nación, Giloteaux, como el responsable del área de Internacionales de la entidad, Ibarra, le dijeron que “en Estados Unidos no tenían ninguna información, que se desconocía el hecho de que la República Argentina pudiera entrar en conflicto con Gran Bretaña y, por lo tanto, ellos consideraban que los fondos no debían moverse. Les expresé que la información que tenía era directamente de las Fuerzas Armadas y que, si alguien tenía conocimiento de eso, forzosamente tenían que ser nuestras Fuerzas Armadas. Me dieron instrucciones de que no insistiera en sacar los fondos.” Cabral tuvo que obedecer: “Yo era subordinado jerárquico de los señores Ibarra y Giloteaux.”

Conclusión: el Banco de Inglaterra inmovilizó los 180 millones de dólares de las Tres Armas y, además, los depósitos de todo el Banco Nación en el Reino Unido, por un valor de 940 millones de dólares. El gerente de apellido heroico no lo podía creer. Hubiera sido fácil evitarlo: “Se le pasa el dinero a un banco suizo, después se llegaba a un acuerdo con el banco suizo y este tenía estos fondos, entonces, los ingleses no podrían haber embargado, pero nos embargaron.”
Siempre se puede empeorar. El presidente del banco, Ruíz Guiñazú, lo llamó desde la Casa Rosada. Tenía enfrente a Leopoldo Galtieri: “Me preguntaba si los fondos ya habían salido de Londres. Le conté la interferencia que había tenido, que no podía asegurarle si los fondos habían salido o no (…) Entonces, me dio instrucciones precisas de que hablara nuevamente a Londres y sacara los fondos a toda costa. Y si el representante de las Fuerzas Armadas se oponía, que no se acatara su orden y se sacaran igual los fondos, para tratar de salvarlos.”
El gerente Cabral volvió a la carga. Habló con De Andrea, el titular de la sucursal londinense y le exigió que sacara la plata a cualquier lado. Eso fue el 2 de abril, alrededor de las 10 de la mañana. No hubo caso. No se pudo hacer nada. Allí quedaron 940 millones de dólares. La plana mayor del banco, al parecer exceptuando a Ruiz Guiñazú, se lo tomó con calma. A Cabral, que caminaba por las paredes, le diagnosticaron “histerismo de guerra”, porque con la mala experiencia londinense pidió anticiparse y retirar todos los fondos del Banco Nación en Nueva York, por si Estados Unidos traicionaba a la Argentina. Entonces lo invitaron a tomarse una licencia obligatoria. Una tarde lo llamaron para que hiciera un memorándum narrando los hechos, porque Galtieri estaba interesado. Le dijeron después que la SIDE estaba investigando. Le dijeron eso y nunca más le dijeron nada.
Fue ante la Comisión Rattenbach (CR) que Cabral pudo desquitarse: “Aquí hay una cosa muy importante: hay lucro cesante y pérdidas reales, porque al disponerse la congelación de 900 millones y pico de dólares, se restó disponibilidad al Banco y, entonces, el Banco Nación en un momento dado tenía que salir del mercado, ya que estábamos en conflicto, y el riesgo político aumentaba, vale decir, que los intereses y lo que nos podían prestar en el mercado era superior a lo normal. Entonces, hay pérdida y lucro cesante, de lo que alguien tendrá que responder. Supongamos que todos los días prestara 1000 dólares a una tasa promedio del 10 por ciento anual, habría que hacer un cálculo aproximado sobre 900 millones en lo que dura el conflicto. Nosotros ya comenzamos a disminuir nuestras reservas, a partir del 31 de marzo del año ’80, porque hubo que regular mercado. Hubo día en que yo regulaba mercado por 40 y orden del Banco Central y hubo un día en que largamos al mercado 326 millones de dólares para mantener la paridad del peso. Entonces, eso hizo que las reservas del país fueran mermando; entonces, el Banco de la Nación tenía problemas operativos, porque acá el riesgo político había aumentado."
CR: –¿No cumplieron su misión por negligencia o porque no creían que iba a haber tal conflicto?

Cabral:Lo que voy a decir puede que no guste, pero diría que hubo una indiferencia, que podría calificarla como de colaboración con el enemigo. Había informaciones de que teníamos ya conflictos con la Comisión en Georgias desde el 19 de marzo. Además, dentro de este mundo hay mucha gente ligada a intereses totalmente ajenos a la República Argentina.
CR:–¿Cuáles son esas personas colaboracionistas?
–Santiago Gilotaux, uno de los directores del banco; Raúl Ibarra, subgerente general, y el presidente del Banco por tibio.
Los integrantes de la Comisión Militar tomaron en serio a Cabral y citaron al ministro de Economía, Roberto Alemann.
Alemann era la contracara del gerente de apellido heroico. Ninguna de sus medidas pareció influida por el “histerismo de guerra”, del que Gilotaux e Ibarra abjuraban. Por el contrario, lo suyo fue un canto a la paz, en posición de loto, que llevó tranquilidad y alivio, sobre todo al gobierno inglés: mientras Londres embargaba al Banco Nación, los bancos británicos en la Argentina operaban con normalidad garantizada, sin represalia alguna por el embargo de los casi 1000 millones de dólares. Es más, cuando fruto de la incertidumbre de la guerra, clientes particulares del Banco de Londres en Buenos Aires decidieron retirar sus depósitos de la entidad, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) salió a auxiliar sus carteras con dinero de las reservas de los argentinos, a través de redescuentos, como si la guerra no existiese.
Lo confesó el propio Alemann, interrogado por la Comisión Rattembach, aunque de inmediato aclaró que lo hizo porque no quería ver trabajadores bancarios despedidos: “El Banco de Londres perdió sus depósitos por decisión del público, no del gobierno. Perdió depósitos y recurrió al Banco Central, como le corresponde, para recibir redescuentos. Los recibió. Lo contrario hubiera sido mandar a la quiebra al Banco de Londres, con despido de centenares de personas.”
No fuera cosa que confundieran su generoso corazón con el alma gélida de un colaborador con el enemigo.
Fuente: Tiempo Argentino

Informe Rattenbach, el documental

"Informe Rattenbach", documental producido por Canal Encuentro. Incluye material exclusivo sobre la desclasificación del informe elaborado por el general Benjamín Rattenbach luego de la guerra, y testimonios del ministro de Defensa, Arturo Puricelli, del hijo del general Rattenbach, Augusto, los ex combatientes Ernesto Alonso y Rodolfo Carrizo y el embajador en Estados Unidos, Jorge Argüello, entre otros.
También cuenta con la participación de Pablo Echarri en los relatos.