Por: Marcelo Cantelmi
Las guerras no son otra cosa que las formas en que se resuelven contradicciones de poder -poder económico- no importa tanto si hubo o no chance de evitarlas. Pero lo cierto es que las guerras, además, son un buen negocio.
En un imperdible artículo publicado en The Nation, "What can Obama do in Latin America?" (¿Qué puede hacer Obama en América latina?), Grandin recuerda que el presidente norteamericano en plena campaña proclamó que sólo se opondría a las guerras estúpidas. "Esta guerra (contra el narcotráfico) es una de esas, de las estúpidas", dice enfático y explica: "No ha reducido la exportación de narcóticos a EE.UU., pero sí ha esparcido la violencia por Sudamérica a México, mientras afianzó el poder de los paramilitares en Colombia".
El Plan Colombia nació con la administración de Bill Clinton apuntando a los grandes carteles de la droga (no las FARC) cuando gobernaba el país sudamericano Andrés Pastrana. Ha implicado desde entonces una inversión de alrededor de US$ 6.000 millones. Y convertido a Colombia en uno de los mayores receptores mundiales de asistencia militar norteamericana. El problema son los resultados.
Para el Brooking Institute, un poderoso think-tank demócrata, el eje pasa por combatir con mayor énfasis el enorme consumo (de droga) en Norteamérica, y destruir el contrabando de miles de armas que cada día pasan desde el sur al norte por la frontera mexicana.
Esa polémica importa poco a los protagonistas directos de la película. Las razones son sencillas. El dinero del Plan Colombia ha fluido como un río hacia proveedores gigantes de material bélico como United Technologies. Este coloso de la industria militar, basado en Connecticut, es el mismo que proveerá a México, como parte del cuestionado Plan Mérida (la versión azteca del antinarco aplicado en Colombia), de una flota de helicópteros Black Hawks que construye su subsidiaria Sikorsky. El anuncio lo hizo la canciller de Obama, Hillary Clinton en marzo en México. Esos helicópteros operan también en Colombia.
Es interesante observar que cuando George W. Bush activó el Mérida, optó por dotarlo de helicópteros Bell, cuya planta esta en su estado natal, Texas. La United Tech está radicada en Hartford, Connecticut, de donde proviene el halcón Joe Liberman, un influyente senador primero demócrata (luego independiente) que junto a su colega Christopher Dodd, introdujo una enmienda que autoriza al Pentágono, en consulta con los militares colombianos, a determinar cuál es el modelo más efectivo para luchar contra el narcotráfico.
La pelea por Colombia entre Sikorsky y Bell, con sus lobbies y una lluvia de cientos de miles de dólares que denunció el respetado Center for Public Integrity de EE. UU. ("The Helicopter War"), es uno de los capítulos poco transitados pero claves para comprender el sentido y permanencia de esta guerra. Y por qué es tan importante para esos sectores del poder en EE.UU. la figura de Alvaro Uribe y la gracia de su reelección. Es claro ya que las polémicas bases son parte de su campaña electoral.
Según datos de 2007 consignados por la BBC, que cita a la especialista colombiana en lucha contra el narcotráfico Diana Murcia, al menos 35% de los fondos del Plan Colombia nunca llegaron a Colombia sino que pasaron en forma directa a los proveedores. "El programa iba a servir para reducir 50% la oferta de cocaína hacia EE.UU. y Europa, pero ha sido un total fracaso", dijo.
Fuente: Clarín, 2009.
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